domingo, 6 de septiembre de 2009

omito los encimas de mi cabeza

Agua, aguita, awita, awa se cae del mar que está en el cielo que se confunde con el mar terrenal cuando miro al poniente y digo que los surfistas allá arriba lo hacen al revés. De anoche hasta hoy han pasado 5 litros de awa por mi cabeza, como lavaplato, lavamano, río, y hacía zurcos desbordantes por mis mejillas, manteniendo un llanto falso. Todos en paraguas, todos cubiertos, como si cayera ácido, como si fuera sangre derretida, como si fuera un meao del maestro. Yo ya no me pondré un cubierto porque lo extaciada que me dejaron los babasonicos combinado con una mojadez apasionable, plausible, adorable no lo cambio por la sequedad podrida de los que temen de lo que cambia y sigue, cambia y sigue, cambia y sigue, cambia y sigue...

Ahora, por el lado b, doy vuelta el cassette y fue un desastre porque lo babasónicos debes ser mojados con sudor, polleras, pulovers y zapatos abiertos. Convertirse en pequeños cuncubinos para contener todo y pegarse un grito agudo a la salida del local.

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